martes, 5 de noviembre de 2013

Un Libro




Ahora sólo está lloviendo. 
Él tiene varias preguntas pero tendrá que esperar, las respuestas solo pueden escucharse al oído, no hay opción. Encuentra sentido en pequeñas cosas y descubre que su interior está más inexplorado de lo que pensaba; es un libro del cual sólo se ha podido leer la pasta, un libro que todavía no se ha explorado y no ha podido entretener a nadie. Sin duda, son páginas llenas de coloridos paisajes que esperan ser recorridos por quien pueda aguantar las tormentas grises que también se sucedan, un valiente que pueda entrar y conocer qué hay detrás de los ojos claros y la sonrisa imperfecta; conocer la fuente del cambio de esos coloridos paisajes que tienen tormentas, soles, días, noches, estrellas, nubes, espacios con mucho verde… gatos, sonrisas, lágrimas, canciones, besos, neblina, amor, desamor, ilusiones, pensamientos, inocencia. Un niño de cabello rubio es el anfitrión y espera ansioso la llegada de los invitados; es nuevo en el cargo y no deja de estar nervioso, será su debut y tendrá que hacerlo muy bien, está ansioso por entregar lo que tiene para compartir. Música… Notas que salen de voces o simples ritmos en cada letra; se interpretan melodías de las que nunca se ha tenido certeza del género, sólo él sabe que es de las músicas que le gustan; hay también algo de baile y grandes columnas de letras de tan variados tamaños que explican las diferencias entre las cosas que se pueden leer allí; hay fotos, recuerdos, vidas, imágenes, sueños, sonrisas, pucheros. Una vida que aún se está pintando y se sigue escribiendo en las tantas páginas que quedan por llenar, páginas que pretenden albergar tantos nombres como sea posible, pero que sobre todo necesitan más de un protagonista. Los espacios en blanco están disponibles para que, junto al anfitrión, se sigan llenando con el color que corresponda.

Es un libro que espera.

El Beso



Conservaba el recuerdo  exuberante de ese momento que no lograba asimilar por completo; todo lo que alguna vez había visualizado en esos estados en que se sueña despierto,  se estaba sucediendo en las más inesperadas circunstancias. Juegos de palabras y miradas suscitaron el encuentro, intenciones (de las buenas, y de las que sacan los demonios) se disfrazaron de la forma más picaresca, y dos sonrisas se encontraron nerviosas para acabar en un beso, el primero que siempre asusta, tal vez más a unos que a otros pero al final un beso, un inexplicable motor de sensaciones y experiencias inquietas creadas por ese “simple” contacto de labios.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Sin Expectativas



 Lo siguiente es algo escrito por una amiga, puedo enamorarme. Al final, su sello.
 Amor.
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· · I · ·
Vengo después de librar una gran batalla conmigo misma,
a admitir el amor que usted en mi despierta. Ha sido difícil.
Todo lo que me compone
-material e inmaterialmente-
se debatió, se contradijo,
se dijo y se desdijo. Hubo revolución.
Y,
heme aquí. Es un hecho. Es real. Hay amor.

· · II · ·
Ahora la parte fácil.
Decirlo, escribirlo.
"Siento por usted un amor simple, sencillo"
-No hay trampa-

Es este un amor sin ataduras, sin títulos nobiliarios o inmobiliarios (o cualquier otro).
Sin fecha de embotellamiento o de caducidad.
Sin condiciones de uso, sin instrucciones de manejo, de comportamiento.
Un amor sin condiciones, sin expectativas.
Un amor lleno de propuestas en donde incluso la primera puede ser que no haya una.
Mi amor es la posibilidad de vivir el amor de otra manera
-Y habría que improvizar-
Porque yo no lo amo mío, yo lo amo suyo.

Desde esta montaña, desde esta casa, desde esta "yo".
Desde el primer lugar del laberinto, antes del monstruo, lo observo.
Observo los rescoldos que me llegan de su vida,
lo que usted deja ver, las verdades que ha decidido regalarme. Es eso lo que amo.
A usted.
Su palpitar,
su andar o deambular o vagar o andareguiar.
Saber que vive, que existe, que disfruta, que se ríe, que se burla, que lee, que ama la música,
que vive con un gato, que se embriaga, que viaja.
Sus amores, sus amoríos.
Sus amigos.
Su intento por sembrar monedas de mil, semillas de lapiceros o colillas de cigarrillos.
Su humor negro e intenso.
Sus manos son las más lindas que he visto.
Su obstinada desición de no querer verme, de evadir y evitar caminos que propician el encuentro.
La manera en que lo traicionan sus ojos y su boca, y no puede evitar brillar y sonreír cuando me mira.
-no me importa si lo niega, yo lo he visto-

En todo ha sido usted transparente y es ese su primer y mejor destello.
No pretendo renunciar,
como no es mi deseo que renuncie a ninguna de las cosas que lo componen,
para disfrutarlo.
Este amor nace y permanece porque usted es el que es.

· · III · ·
No piense en mí como una amante lastimera
que lo espera, que se opaca, que se destila.
- Estoy lejos de serlo, no sabría cómo -
A mi este amor en lugar de menguarme me engrandece, me libera. Porque soy la primera en darme cuenta
de que hay otra manera de sentirlo,
con esta nueva verdad viviendo en mi, siento que el mundo se amplia y se propaga.

· · IV · ·
Me reafirmo.
Es esta declaración de amor una invitación una propuesta.
Tomarla o dejarla no va a extinguir el sentimiento que ya existe. "Siento por usted un amor simple, sencillo"
Y es este amor mi mejor magia.

Catalina Valencia Ruiz Manizales, 22 de octubre de 2.013

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El Tamal



Esta es una historia personal que me revelaron hace poco y quiero confiarla a quienes quieran leerla; por mi parte pido disculpas a sus protagonistas, mis padres,  si en algo puedo ofenderlos (que no creo).


Mi papá trabajaba en el Banco Cafetero, nos remontamos al mes de Diciembre del año 1989. Allí era Grabador, que eran, en ese tiempo (no sé si ahora lo hagan), los que recibían todos los movimientos de todas las oficinas en red del banco en la ciudad e ingresaban al sistema cada consignación, cheque y cuentas del día que acababa de finalizar; esos turnos eran como de doce horas, creo, de seis de la tarde a seis de la madrugada. No estoy seguro del día del doceavo mes, solo sé que era navidad, es decir, del dieciséis para arriba pero antes del veinticuatro, plenas novenas, mejor. Mi mamá en ese tiempo estaba estudiando Fonoaudiología en la Universidad y muy seguramente estaba en vacaciones. No sé qué motivo era el que celebraban además de la navidad, pero mi abuelita materna, Doña Ofelia, hizo tamales en la casa y como era costumbre se repartían a los familiares y vecinos en vísperas del nacimiento del niño Dios.


Era pues un día de estos en que mi papá debía cumplir su horario desde las seis de la tarde y como había tamales de sobra, mi quería abuelita le mandó uno con mi mamá, diciendo: “Vaya bendita llévele este tamal al pobre HH (mi papá) que ya casi se va a trabajar…” Así, sin más, mi mamá se fue a la casa (a la vuelta de la esquina) a llevarle el tamalito a mi papá. Pueden imaginarse muchas cosas y sin ser ni pizca de gráficos, comparen los meses que hay desde Diciembre de 1989 a Septiembre de 1990, con el proceso de gestación de un bebé, ¿Cuánto? Sí, nueve meses.  

Parecía un suceso no planeado, pues después de tres años, que era lo que tenía una de mis hermanas (la del medio, como dicen), quedó otra semillita con total intención de crecer, en mi mamá, y fue inesperado. Me cuentan que mi hermana mayor (de cinco años) gritaba por toda la carrera veintitrés: “¡Voy a tener un hermanito! ¡Voy a tener un hermanito!” cuando se lo contaron, mi madre solo intentaba hacer que hablara más bajo, mientras miraba a la gente apenada por el escándalo.


Crecí, completé los tres trimestres del proceso completo y había una fecha probable de parto para el diecisiete de Septiembre. Dieciocho, diecinueve, veinte… Nada, “El bebé no quiere nacer” decían, y se referían al bebé porque en ese tiempo las ecografías para saber si era niño o niña eran muy costosas o no sé qué, el caso es que no sabían qué era, solo lo esperaban. Día veinticinco, no nacía el bebé, podía morirse y además el embarazo engañaba por su tamaño, gemelos creían algunos. El Doctor no me acuerdo quién, en horas de la tarde, programa cesárea para el siguiente día a las siete de la mañana, que nazca el bebé o los bebés, pero que nazcan bien.

Siete de la mañana, veintiséis de Septiembre de 1990, la paciente estaba lista, sufrió dolores por inyecciones de no sé qué cosas y bueno, debía tener dormido medio cuerpo para el procedimiento. Siete y cuarenta, nació el bebé, uno solo, enorme, cuatro kilos cien gramos, ¡ocho libras pesaba! Pobre mamá. Un alemán, comentaban por todo el hospital y las visitas de extraños aumentaban cada vez (¿qué tenía pues que todos querían verlo?). Las hermanitas cuentan que el bebé les trajo un reloj a cada una, esas historias que les hacen creer a los niños para volver más mágico el nacimiento de un hermanito.


Un bebé bonito y ya está; comentar más del tema podría hacerles dudar de la veracidad de la historia, contada por mí; solo quería que conocieran hasta dónde llegó el tamal para el pobre HH que debía irse a trabajar.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Flamante


Un puñado de brisas empezaba a anunciarles ese nuevo momento, no lo esperaban, solo estaban observando cómo las cosas se iban sucediendo sin mucho pensar, con la costumbre de los días que pasan con pocas sorpresas, sería una noche diferente tan solo por el hecho de encontrarse; ya otras veces se habían visto pero faltos de ceremonias, eran dos desconocidos más que podían saludarse, muy cordiales ellos. Surgió entonces una excusa perfecta que les haría compartirse un rato y no vacilaron en conspirar con la afortunada forma de encontrarse, un propósito común los llevó a explorarse, a indagarse, a dejar de ser desconocidos, como las olas que van y vienen con infinitas formas de encontrarse...

viernes, 1 de febrero de 2013

Quiero

Surgen entonces muchos porqués de las cosas de la vida, todos ellos motivados por igual por nuestros anhelos, por los caprichos que nos mueven y nos hacen sentir vulnerables y a la vez felices, por todo lo que en alguna noche de insomnio estuvimos visualizando una y otra vez, dándole sentido a la falta de sueño y a pedazos de nuestra vida. ¿Alguna vez les ha pasado que han deseado algo con mucha fuerza y se les ha cumplido? Bueno, eso me pasó y no sé si es mejor el después que el antes.
De muchas cosas se puede estar seguro, como saber que cada cosa en desarrollo tiene su razón de ser, y creer que la sincronización de los sucesos está premeditada, escrita o como se quiera explicar que lo que va a pasar fue sentenciado por alguien o un algo superior; hasta la vida misma puede ser ese algo, así se va pasando esta última haciendo de las suyas, para bien o para mal, generando un sin número de vivencias soportadas por quienes simplemente vivimos. Sumada a todo esto, viene enganchada esa parte del cerebro, que en modo cliché es situada en el corazón y que del mismo modo ha sido representada por elaborados corazones rotos; sentimientos, sí, esos pequeños diablillos, si se les puede llamar así, que se alimentan de lo que nos generan las vivencias y así entran a formar parte de un todo que nos hace hasta llorar, un todo que, difícil de evitar, nos va llevando por caminos que él escoge y considera pertinentes, ese todo que nos sacude y cachetea hasta que se agote o simplemente ya no tenga de dónde alimentarse.

Hay temores grandes, pequeños, nuevos, antiguos, propios y ajenos, temores de esos que frenan en determinadas situaciones y no dejan seguir un curso que puede ser hasta bueno y beneficioso, esos que la vida y sus vivencias van incubando y que nos hacen perder autoridad sobre nosotros mismos y hasta la confianza, esos que a muchos impiden darse a otros, por querer tener la seguridad de “no perder”, como una zona de confort para los sentimientos, pura tacañería, no más.
Pretendemos entender muchas cosas y en la mayoría de los casos somos parte de la incógnita; nos arrastran corrientes de lo convencional y también nos afecta la sociedad en que vivimos, somos parte de un sistema e incluso en cosas del corazón nos dejamos influenciar. No se quiere justificar nada, solo el cansancio frente a actitudes de este tipo es el que motiva a reclamar lo que se considera propio, reclamar todo lo que por mérito debería estar presente o simplemente por imaginarlo perfecto para nuestras vidas y así hacerlo parte de la rutina, del diario vivir, del disfrute a plenitud, del aquí y ahora que haga sonreír, de vivir y compartir, compartirse, de amar.

La esperanza es lo que queda flotando alrededor y de la cual aferrarse en busca de otras respuestas, podemos, tal vez, ser parte de ellas y generadores de vivencias diferentes que cambien el paradigma que nos atañe y nos permitan darnos más fácilmente, sin prejuicios que tanto envenenan. ¿Por qué no disfrutarnos y construir algo que aún no sabemos ni conocemos? No negarse al cambio y a lo nuevo puede tomarnos por sorpresa y representar tantas cosas buenas que, sin ser nombradas, cada quien puede imaginar y desear.
Los porqués me van a acompañar hasta que quien debe resolverlos, lo haga; no hay afán, solo espero que, si serán resueltos, lo sean en el escenario que reclamo y que todo nos sorprenda sobremanera.