Conservaba el recuerdo exuberante de ese momento que no lograba
asimilar por completo; todo lo que alguna vez había visualizado en esos estados
en que se sueña despierto, se estaba
sucediendo en las más inesperadas circunstancias. Juegos de palabras y miradas
suscitaron el encuentro, intenciones (de las buenas, y de las que sacan los
demonios) se disfrazaron de la forma más picaresca, y dos sonrisas se
encontraron nerviosas para acabar en un beso, el primero que siempre asusta,
tal vez más a unos que a otros pero al final un beso, un inexplicable motor de
sensaciones y experiencias inquietas creadas por ese “simple” contacto de
labios.
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