Un puñado de brisas empezaba a
anunciarles ese nuevo momento, no lo esperaban, solo estaban observando cómo
las cosas se iban sucediendo sin mucho pensar, con la costumbre de los días que
pasan con pocas sorpresas, sería una noche diferente tan solo por el hecho de
encontrarse; ya otras veces se habían visto pero faltos de ceremonias, eran dos
desconocidos más que podían saludarse, muy cordiales ellos. Surgió entonces una
excusa perfecta que les haría compartirse un rato y no vacilaron en conspirar
con la afortunada forma de encontrarse, un propósito común los llevó a
explorarse, a indagarse, a dejar de ser desconocidos, como las olas que van y vienen con infinitas formas de encontrarse...
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