Entre muchas otras cosas que prefiero y a las que soy adicto, están las galletas Ducales; no sé de verdad desde cuándo me empezaron a gustar, sólo sé que desde que tengo uso de razón me gustan, será por su toque secreto. Dentro de los recuerdos que tengo de mi niñez, caben muchos de los momentos en que pedía las galletas con una frase característica, así: “Quiero galletas de las de arriba, pegadas con mantequilla y sin partir”; para ese entonces mis papás las guardaban en la alacena, un lugar bastante alto como para alcanzar incluso empinándome, de esto resultaron ser las galletas de arriba; debían ser pegadas de a dos con mantequilla y que la cara lisa de la galleta (no sé si sepan, pero las Ducales tienen dos caras y uno nota cuál debería ir por el lado interno de mi receta por pares jajaja) quedara por dentro, y así ambas galletas; finalmente cada par debía ser perfecto, con galletas completas sin ningún tipo de fisura y menos si estaban partidas, era capaz de pedir cambio de galleta e incluso del par completo, de ahí que mis papás o quien me diera el desayuno preferían dejar los pedazos rotos en el paquete o simplemente se los comían ellos, porque yo no lo iba a hacer; bien servida la receta entonces debía ser con chocolate, pues yo remojaba las galletas antes de cada mordisco.
La frase característica es famosa en ambas familias, la de mi mamá y la de mi papá; como a todos, me imagino, me tocó ir a dormir a la casa de mis tíos y por ende el desayuno era fijo, en la maleta no podía faltar un paquete de galletas Ducales y las indicaciones personales de mi mamá o papá: “Son al menos tres pares de galletas, pegados con mantequilla y sin partir”; alguna vez hasta tuvieron que explicarle a una prima a prepararlas. No faltaron las veces en que por cosas de la vida no me empacaron con el paquete de galletas, entonces intentaban darme galletas de otras marcas, Doré, Saltín, entre otras, y créanme que no tenía una muy buena respuesta al respecto.
Con el paso de los años ya no sólo eran tres pares, aumentaron a cuatro y hasta cinco; en un momento de mi vida pude alcanzarlas en la alacena y ya podía prepararlas yo mismo, mi receta personal mejor no podía quedar y agradezco a quien me haya influenciado a prepararla así.
Hoy por hoy sigo comiendo al menos cinco pares de galletas al desayuno y aunque ya no llevan mantequilla, siempre las remojo en el chocolate (o aguadepanela con leche), pero dejaron de ser las galletas de arriba y si salen partidas pues me las como, pero éstas no cuentan dentro de los cinco pares que son sagrados.
Jajajaja no cuentan en los 5 pares las rotas... jajajaja que comico
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