Abro los ojos y me doy cuenta que aún es media noche, eso da cierto alivio porque se tienen aseguradas al menos unas seis horas más de sueño. Me levanto y me aseguro de encontrar a mi gata durmiendo en algún lugar del apartamento; sí, duerme plena en el sofá de la sala. Miro por la ventana y una fría noche se deja ver serena y silenciosa; apenas unos cuantos carros pasan de vez en cuando, llevando las gentes que van a sus casa, de rumba, o a cualquier otro tipo de plan que se les haya ocurrido, pero que decidieron salir a pesar de la lluvia. Se ve gélido afuera, tan solo unos pocos milímetros de espesor de vidrio separan el calor de mi hogar del frío de la cruda calle, tan llena de circunstancias e impulsos movidos por las ocurrencias de quienes la habitan o van de paso; simplemente un mar de vivencias.
Cada gota cae sin mayor resistencia, cada una fue enviada con un propósito y todas juntas tienen más peso, es como un ciclo de vida, un momento que fue historia y se ve repetido ahora casi que por defecto; me hace pensar en las personas, aquellas que están encerradas en un círculo vicioso o lo que más se le parezca y para quienes la vida está condenada a repetirse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario