Estuve en una obra de teatro.
─ El Viernes 7 de Mayo de 2010
(si la memoria tiene razón) se finalizaban las sesiones de las clases de teatro
del grupo de la Universidad donde estudio; yo me metí a esas clases, con mi
mejor amiga, por recomendación de unos amigos que hoy día son arquitectos; la
verdad nunca consideré el teatro como una actividad que quisiera realizar y
nunca se me pasó por la mente hasta el mes
de enero o febrero, de ese año, en que empezaron las sesiones.
Finalizando pues, recibí una invitación especial, ser parte de un grupo GRUPO
de teatro.─
La obra se llamaba “Cita a
Ciegas” y me despertó sentimientos antes explorados pero que andaban dormidos,
pasiones por algo que no había sentido y a las ganas de llorar que me dieron no
les encontré explicación; de pronto eran por toda esa emoción despertada o por
el susto que me generó sentir todo eso (todo ese drama pasó después de salir de
la obra, cuando ya iba para mi casa). Estábamos en Festival Internacional de
Teatro de Manizales y las boletas me las gané por responder una pregunta de un
medio radial nuevo en la ciudad (sinceramente no pagaría por una boleta del
FITM), a quien agradezco grandemente en cabeza de quien me las entregó. La
obra, llena de matices y a la vez parca, me cautivó, me llevó a entender varias
cosas, entró en mí y me hizo hablarme a mí mismo, encontrando razones para
explicar los porqués de mi ausencia como ser.
─El arte es algo que nunca debe
estar ausente, en cualquiera que sea su foco y su representación.─
¡ACCIÓN!
Dejé el grupo de teatro, siento
aceptar que soy de las personas que no pueden tener dos responsabilidades
grandes porque se inclinan por la que más les gusta. La Universidad y el
Teatro, grandes captadores de atención y pasión; tuve que cambiar la Y por una
O ─> La Universidad O el Teatro. Miento,
era la Universidad o la Universidad. Todo se hace por un “bien”.
Esta obra me hizo sentir ese sustico
que solo se puede sentir antes de pisar el escenario, antes de sentirse desnudo
ante cualquier cantidad de ojos sobre uno, lindos espectadores que permiten la
triada teatral; me hizo ver que no hay mejor cosa que sentirse vivo en escena
encarnando otras vidas, otros perfiles, otras realidades, saliendo de sí; me
hizo sentir que no se puede estar un minuto desconcentrado y que es un regocijo
conocer el texto, la pasión por la construcción del personaje y los porqués de
su existencia, el estar presto a sorprenderse, porque puede que aunque se haya
ensayado mil veces la obra, siempre será un nuevo “contar la historia”;
entender la intensión del autor y qué es lo que quiere contar, reflexionar,
criticar, enaltecer o denigrar, entender que eso es sagrado y que el personaje
vive para ello, vive para sacudir las monótonas mentes de quienes son tan
cotidianos, para encarnar lo que muchos no pueden.
─No necesito una droga para alucinar─
Quiero alucinar toda mi vida. La magia
teatral no puede ser descrita de otra manera. ¡Juguemos! Siempre será un gran
juego en el que cambiemos de roles y hagamos reír, llorar, sentir, vivir,
experimentar, soñar…
Agradezco a la vida por haberme
permitido conocer el teatro, su magia, su colorido, su fachada y sus más
íntimos relatos; agradezco el conocer a quienes viven por él y el poder
tenerlos a mi lado.
Hoy, entiendo que debo volver a sentir
ese sustico que sólo se puede sentir antes de pisar el escenario…
¡CORTE!
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