Ahora sólo está lloviendo.
Él
tiene varias preguntas pero tendrá que esperar, las respuestas solo pueden
escucharse al oído, no hay opción. Encuentra sentido en pequeñas cosas y
descubre que su interior está más inexplorado de lo que pensaba; es un libro
del cual sólo se ha podido leer la pasta, un libro que todavía no se ha
explorado y no ha podido entretener a nadie. Sin duda, son páginas llenas de
coloridos paisajes que esperan ser recorridos por quien pueda aguantar las
tormentas grises que también se sucedan, un valiente que pueda entrar y conocer
qué hay detrás de los ojos claros y la sonrisa imperfecta; conocer la fuente
del cambio de esos coloridos paisajes que tienen tormentas, soles, días,
noches, estrellas, nubes, espacios con mucho verde… gatos, sonrisas, lágrimas,
canciones, besos, neblina, amor, desamor, ilusiones, pensamientos, inocencia. Un
niño de cabello rubio es el anfitrión y espera ansioso la llegada de los
invitados; es nuevo en el cargo y no deja de estar nervioso, será su debut y
tendrá que hacerlo muy bien, está ansioso por entregar lo que tiene para
compartir. Música… Notas que salen de voces o simples ritmos en cada letra; se
interpretan melodías de las que nunca se ha tenido certeza del género, sólo él
sabe que es de las músicas que le gustan; hay también algo de baile y grandes
columnas de letras de tan variados tamaños que explican las diferencias entre
las cosas que se pueden leer allí; hay fotos, recuerdos, vidas, imágenes,
sueños, sonrisas, pucheros. Una vida que aún se está pintando y se sigue
escribiendo en las tantas páginas que quedan por llenar, páginas que pretenden
albergar tantos nombres como sea posible, pero que sobre todo necesitan más de
un protagonista. Los espacios en blanco están disponibles para que, junto al
anfitrión, se sigan llenando con el color que corresponda.
Es un libro que espera.