viernes, 26 de junio de 2015

Miradas



Hace unos días estábamos hablando, por texto, mejor digo que estábamos escribiendo. Siempre me interesó bastante, pero más ahora que se ve mayor, ya está grande. Escribí un hola y mencioné el hecho de haber querido saludar, me reclamó por no haber saludado cuando nos encontramos de frente; mi excusa fue que soy muy despistado cuando voy por la calle. Mentira. No saludé porque me intimida, porque su mirada es fuerte y arrolladora, porque no sé si pueda gustarle, porque soy cobarde.
Uno se encuentra con esas miradas que lo dejan lleno de preguntas y convencido de querer encontrar sus respuestas. Pedí ir a tomar un café y su respuesta fue: No, muchas gracias.
Bueno, dentro de mi desesperación fui algo grosero y creo poder entender el porqué de su respuesta.
Quiero que me acepte la invitación.
Ya no soy capaz de escribirle, se vuelve uno temeroso a repetir un rechazo.