Mi trabajo en radio es sencillo,
dos veces a la semana voy a la emisora y grabo todos los libretos que haya
pendientes de música clásica y colombiana; nunca pensé que fuera a ser locutor,
aunque mi hermana siempre me decía que debía hacer algo en radio, después de
escuchar mis “impecables” imitaciones de los presentadores de National
Geographic de ese entonces. Llego, me tomo un café, reviso los libretos que
doña C me pasa y entro a la cabina por tandas.
Esta semana que estuve grabando,
me acorde de Ana, la exdirectora que hasta hace poco nos dejó y por quien yo
soy ahora “la voz oficial”, una linda mujer que conocí cantando en el Taller de
Ópera de la Universidad de Caldas (dizque también canto) y que por sus
publicaciones de la emisora en redes sociales, hace como cuatro años, me enteró
de la necesidad de un locutor con un perfil perfecto para mí: Se solicita
locutor sin experiencia alguna, no tiene que saber nada, que sea beneficiado
por la cabina para que se le oiga bonito. Le escribí, fui a la emisora, me pasó
un libreto de música clásica que anunciaba obras de Brahms y Berlioz (todavía
me acuerdo), ella pretendió acompañarme dentro de la cabina pero la presión era
mucha, estuvimos como cinco minutos muertos de la risa hasta que decidió
escuchar desde afuera. Hice la prueba (la sinfonía más sencilla que Brahms
compuso, fue la tercera…), me dijo que había otros dos interesados en la
vacante y que iban a mirar a ver si les gustaba… llevo cuatro años.
La cabina no solo me hizo
recordar a Ana, quiero ir en retroceso. Entré a la Ópera, donde la conocí, por
sugerencia de dos compañeros del grupo de teatro (ya vamos para allá), me sugirieron
que cantaba bonito y que se acercaban las fechas de audiciones, yo acepté;
estuve tranquilo la semana antes de las audiciones, el día exacto no lo
recuerdo creo que era un jueves o viernes, solo sé que era por la noche en el
Palacio de Bellas Artes y que tenía que cantar frente a seis personas, tres y
tres si discriminamos por género. Pánico. Iban entrando las personas en orden
de llegada, yo era de los primeros, mi turno, empecé a sudar, me hicieron
caminar de un lado a otro mientras los doce ojos (o al menos diez) me prestaban
atención, canté con LA LA LA LA LA lo que tocaba el señor, Nelson, en el piano,
y me puso a cantar, a libre elección, una canción. “Vivo por ella sin saber, si
la encontré o me ha encontrado…” canté esa hasta la parte donde sube mucho que
no alcanzo; salí de la audición muy consternado porque Nelson no me miró en lo
absoluto cuando la canción libre, solo apoyó la cabeza sobre el clavinova y yo
no sabía qué pensar, además una mujer me dijo que caminaba torcido hacia un
lado.
Vamos más atrás, estuve en un
grupo de teatro. Actores en Escena fue hasta el año pasado mi segundo hogar, se
puede hacer familia con personas tan valiosas como lo son todos ellos. Los hablo
en pasado porque este semestre tuve que dejarlos por la universidad, mucha
carga académica (o para rendir más, mejor). Duré cuatro años en el grupo. Me recibieron
en Mayo de 2010 con una obra de teatro, estaban en temporada La Traviesa y ese
sábado por la noche debía presentarse el grupo anfitrión. Las Locuras de Don Juan,
bonita comedia. Entré al grupo de teatro de la U por no dejar; jamás consideré
hacer teatro en los veinte años que iba a cumplir, unos amigos de Arquitectura,
de la universidad, estaban en el grupo y me dijeron que entrara, el horario no
se me cruzaba y entré. La profesora: Liliana, directora de teatro, actriz,
mentora… Ella empezó a darme formación en teatro, yo no tenía idea, pero me
gustó y le dedique lo necesario para ser invitado a formar parte del grupo. En un
principio no iba a actuar, tenía que formarme más para poder salir a escena. Finalmente
actué, mi primer obra, La Tinaja, todo salió muy de repente y entre todas las
cosas de la obra cada uno debía preparar un soliloquio (un solo para ser
simples), ahí decidí cantar, entre el susto que me generaba enfrentar al
público, tenía el escudo del canto, a ritmo de tarantela preparé unas líneas y
ese fue el detonante que me llevó por todo lo que acabo de contar.
La cabina me llevó a pensar en
toda la cadena desde esas primeras notas cantadas y todos los seres con los que
he interactuado por ello. Vidas.
