viernes, 13 de junio de 2014

La Cabina de Radio



Mi trabajo en radio es sencillo, dos veces a la semana voy a la emisora y grabo todos los libretos que haya pendientes de música clásica y colombiana; nunca pensé que fuera a ser locutor, aunque mi hermana siempre me decía que debía hacer algo en radio, después de escuchar mis “impecables” imitaciones de los presentadores de National Geographic de ese entonces. Llego, me tomo un café, reviso los libretos que doña C me pasa y entro a la cabina por tandas.


Esta semana que estuve grabando, me acorde de Ana, la exdirectora que hasta hace poco nos dejó y por quien yo soy ahora “la voz oficial”, una linda mujer que conocí cantando en el Taller de Ópera de la Universidad de Caldas (dizque también canto) y que por sus publicaciones de la emisora en redes sociales, hace como cuatro años, me enteró de la necesidad de un locutor con un perfil perfecto para mí: Se solicita locutor sin experiencia alguna, no tiene que saber nada, que sea beneficiado por la cabina para que se le oiga bonito. Le escribí, fui a la emisora, me pasó un libreto de música clásica que anunciaba obras de Brahms y Berlioz (todavía me acuerdo), ella pretendió acompañarme dentro de la cabina pero la presión era mucha, estuvimos como cinco minutos muertos de la risa hasta que decidió escuchar desde afuera. Hice la prueba (la sinfonía más sencilla que Brahms compuso, fue la tercera…), me dijo que había otros dos interesados en la vacante y que iban a mirar a ver si les gustaba… llevo cuatro años.


La cabina no solo me hizo recordar a Ana, quiero ir en retroceso. Entré a la Ópera, donde la conocí, por sugerencia de dos compañeros del grupo de teatro (ya vamos para allá), me sugirieron que cantaba bonito y que se acercaban las fechas de audiciones, yo acepté; estuve tranquilo la semana antes de las audiciones, el día exacto no lo recuerdo creo que era un jueves o viernes, solo sé que era por la noche en el Palacio de Bellas Artes y que tenía que cantar frente a seis personas, tres y tres si discriminamos por género. Pánico. Iban entrando las personas en orden de llegada, yo era de los primeros, mi turno, empecé a sudar, me hicieron caminar de un lado a otro mientras los doce ojos (o al menos diez) me prestaban atención, canté con LA LA LA LA LA lo que tocaba el señor, Nelson, en el piano, y me puso a cantar, a libre elección, una canción. “Vivo por ella sin saber, si la encontré o me ha encontrado…” canté esa hasta la parte donde sube mucho que no alcanzo; salí de la audición muy consternado porque Nelson no me miró en lo absoluto cuando la canción libre, solo apoyó la cabeza sobre el clavinova y yo no sabía qué pensar, además una mujer me dijo que caminaba torcido hacia un lado.


Vamos más atrás, estuve en un grupo de teatro. Actores en Escena fue hasta el año pasado mi segundo hogar, se puede hacer familia con personas tan valiosas como lo son todos ellos. Los hablo en pasado porque este semestre tuve que dejarlos por la universidad, mucha carga académica (o para rendir más, mejor). Duré cuatro años en el grupo. Me recibieron en Mayo de 2010 con una obra de teatro, estaban en temporada La Traviesa y ese sábado por la noche debía presentarse el grupo anfitrión. Las Locuras de Don Juan, bonita comedia. Entré al grupo de teatro de la U por no dejar; jamás consideré hacer teatro en los veinte años que iba a cumplir, unos amigos de Arquitectura, de la universidad, estaban en el grupo y me dijeron que entrara, el horario no se me cruzaba y entré. La profesora: Liliana, directora de teatro, actriz, mentora… Ella empezó a darme formación en teatro, yo no tenía idea, pero me gustó y le dedique lo necesario para ser invitado a formar parte del grupo. En un principio no iba a actuar, tenía que formarme más para poder salir a escena. Finalmente actué, mi primer obra, La Tinaja, todo salió muy de repente y entre todas las cosas de la obra cada uno debía preparar un soliloquio (un solo para ser simples), ahí decidí cantar, entre el susto que me generaba enfrentar al público, tenía el escudo del canto, a ritmo de tarantela preparé unas líneas y ese fue el detonante que me llevó por todo lo que acabo de contar.


La cabina me llevó a pensar en toda la cadena desde esas primeras notas cantadas y todos los seres con los que he interactuado por ello. Vidas.