martes, 16 de agosto de 2011

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Los momentos de inspiración siempre vienen acompañados de sentimientos casi que por defecto, sentimientos que conducen por caminos cargados de la esencia misma de ellos, momentos que dejan al descubierto nuestro interior y que nos hacen perder la máscara que tenemos ante el mundo, esa máscara que siempre nos muestra de una forma y que nos permite ocultar todo aquello que nos pasa, todo aquello que nos atormenta, todo aquello que nos hace felices pero que no queremos compartir, todo aquello que es un secreto entre nosotros y nuestra conciencia, todo. No sé con certeza de dónde viene la palabra sentimiento, pero yo podría dividirla así: SENTI de Sentir y MIENTO de Mentir; Sí, es muy existencialista pero para algunos casos aplica, casos como éste en el que el sentimiento confunde, llena la mente de historias sin pretexto y además perturba ese aire de alegría que normalmente llena pleno todo nuestro alrededor.
La vida no es fácil, de eso ya nos hemos dado cuenta muchos y aun así seguimos viviéndola como si nada, sabemos que en algún momento podremos estallar en prosa reprochando una y otra vez todo aquello que no nos agrada, pero que debemos aceptar y en ocasiones callar; cada día me pregunto por qué pasan tantas cosas que no previmos y nos vemos destinados a asimilarlas como si fueran cualquier caída de un pelo; yo no puedo responder eso, o tal vez sí, pero mi respuesta no va a ser más que la de muchos, seguir adelante recibiendo cargas y más cargas cada vez y pudiéndonos descargar menos.
¿Será que estoy exagerando? Ya ustedes juzgarán.
Me gusta mirar a la gente, intentar descubrir cómo son sus vidas, será que todo para ellos es color de rosa? No sé, pero nadie es perfecto y como tal sus vidas tampoco.
Ya viene siendo demasiada tragedia para mi gusto, no se puede dejar pasar todo así como así pero lo que sí tengo claro, es que siempre hemos de estar preparados para lo que viene y cuando ya no lo estemos pues simplemente debemos irnos de este mundo. Me pregunto también, qué puede ser tan impactante y frustrante para la vida de alguien hasta tal punto de hacerle no desear nada, no querer nada, querer simplemente llorar; en éste caso no estoy hablando de mí, sino de alguien muy cercano a mí, un ser maravilloso que me conoce desde la primera vez que abrí los ojos y empecé a utilizar mis pulmones llorando desmesuradamente; quisiera tan sólo poder darle un poco de paz y tranquilidad, pero se vuelve inverosímil cuando uno hace parte de sus angustias.
No, no. Me niego a la posibilidad de hacer sufrir a alguien, no es un sentimiento bonito, claro que no; me juzga la conciencia y me hace recalcar que tengo culpa de muchas cosas e irónicamente pretendía seguir la vida como si nada, suena contradictorio.
Vivimos del constante cambio y de la práctica ‘acción reacción’, somos el producto de todo lo que hacemos y nos vamos forjando de acuerdo a nuestros procederes, podemos ser el reflejo coexistente de las vivencias de otras generaciones y no sabemos si vamos a estar listos para lo que viene; sólo queda la esperanza frente a todo lo que nos llega y aspiro tener la fuerza de voluntad para afrontar lo que me espera.
Nos vemos en el futuro.